Deja que te explique.



Deja que te explique.
“Deja que te explique de esta forma: No es lo que quiero de ti, es lo que no quiero.
No quiero tu perdón ni tu permiso. Olvídalo. No quiero deudas de amor ni cuentas en los bancos del olvido. No quiero, en serio. ¿Por qué no me crees? Es que esa mirada tuya, ¿No ves que te veo? ¿No notas que te leo? No juegues... No quiero de ti la deriva ni la ausencia. 
No me regales tus silencios guardados en un rincón de tu voz, de esos que se desechan cuando estás a punto de explotar, no. No quiero soledades separadas, tú allá, y yo aquí, esperando. Y claro, cómo obviar eso, no quiero largas esperas, ¿sabes de cuáles hablo? De esas esperas en un banquito, en un sofá, en una cafetería, en un hotel… En la puerta de tu casa, teniendo de compañeras a mis fieles piernas, y a mis manos y brazos que…”
"¡Ya, no sabes lo que dices!”  Reprochó.
“…Que te apretan.” Continué.
“¿Lo ves? No lo sabes, deja ya de jugar” 
“Que te apretan, y no quieren dejarte ir. Y así como ellos, yo.”  Culminé.






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